Crónicas de Pichilemu


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Pichilemu es hoy una emergente y próspera ciudad. Sería inmerecido desconocer los adelantos que se han adquirido en años recientes, gracias a las administraciones locales y centrales. En esta prosperidad, juega también un rol importante el turismo; certámenes internacionales de surf, por ejemplo, han posicionado el nombre de la comuna a nivel mundial.

Sin embargo, es poca la difusión que se le ha dado a su historia, tan interesante como especial.

La zona de Pichilemu fue habitada por los indígenas promaucaes, quienes explotaron las salinas de Cáhuil, incluso mucho tiempo después de la llegada de los españoles.

A propósito de españoles, el primer propietario de estas tierras fue el capitán Juan Gómez de Almagro, quien recibió la encomienda de Topocalma el 24 de enero de 1544. Décadas más tarde, en 1611, se inició la Hacienda San Antonio de Petrel, una de las mayores propiedades del Partido de Colchagua, y que destacó en producción de cueros, charqui, suelas, sebo y cordobanes.

Pero no sólo de propiedades trata nuestra historia. La religión tuvo un papel relevante por varios siglos. En 1778 fue erigida la parroquia de Reto, con sede en Ciruelos, y que abarcó amplios territorios. Por esa razón es que es dividida en 1864, asentando una de las parroquias en Cáhuil. Casi 90 años después, en 1953, fue creada la Parroquia de Pichilemu, por su creciente importancia.

La posibilidad de un puerto fue un simple sueño burgués, pero sí tuvimos un pequeño muelle que, durante la guerra civil de 1891, fue incendiado por uno de los bandos.

Por décadas esperamos la llegada del ferrocarril a la costa. Miles de historias vieron esos vagones, entre 1926 y 1986, que pasaron por maravillosos paisajes costinos.

No nos olvidemos de aquellos que, con entusiasmo y con pocos recursos, iniciaron la administración comunal en 1894; y aquellos que guiaron los destinos pichileminos en los años venideros, algunos con más acierto que otros pero, al fin y al cabo, buscando el progreso local.

Y hay mucho más que contar.

CONTENIDOS

Prólogo. Agradecimientos para la segunda edición. Toponimia. La encomienda. Los esclavos. San Antonio de Petrel. La parroquia de Reto, Ciruelos. La fragata Scorpion. La batalla de los Cardones. La parroquia de Cáhuil. Pichilemu y las divisiones político administrativas. Los primeros propietarios (Los Gaete Vargas, Algo de Genealogía, La partición, Designación y asignación de las hijuelas, Otras informaciones). El muelle de embarque (Estudios para un nuevo muelle). Los caminos durante los primeros años de la comuna. La laguna de Cáhuil. El Puente Negro. El ferrocarril. El caballo de agua. El terremoto de 1906 (Pichilemu y el sismo; El terremoto Aránguiz). La oficina de correos y telégrafos de Agustín Ross (La idea, la construcción, de hotel a discotheque, el Monumento Nacional, la restauración, el Centro Cultural). Los restos indígenas. Los medios de comunicación. La donación de la sucesión Ross. Del aguador al agua potable. La llegada del alumbrado. El cuerpo de Bomberos (Propiedades, personería jurídica, presentaciones en público, los primeros incendios y siniestros, un temporal, un mausoleo, brigada femenina, reflexión final de Carlos Rojas Pavez). La parroquia de Pichilemu. El Club de Leones. El Club de Leones mixto. El tribunal de Pichilemu. Escudo y bandera de Pichilemu. Sobre los autores.